lunes, 11 de mayo de 2009

SILENCIOS de Karla Suárez para Anika entre Libros


“Silencios” cuenta el periplo vital, infancia y juventud, de una mujer cubana nacida tras la revolución. La historia se inicia cuando la protagonista cuenta seis años y su padre “se fue a dormir al sofá”. A partir de ese instante empieza la narración en primera persona de la vida familiar en “la casa grande”.
En la casa grande viven en habitaciones independientes, en sus propios y particulares mundos, un padre militar siempre ausente, una madre deprimida que se lamenta de su suerte escuchando tangos, una abuela egoísta y perpetuamente malhumorada tras haber sido abandonada por el abuelo, una tía soltera desequilibrada y con tendencias suicidas y un tío homosexual. Cada uno encerrado en el silencio de su habitación, de su microcosmos particular. A ese elenco de personajes hay que añadir los amigos de la protagonista, Cuatro, el Poeta, Dios, el Merca, junto a otros que aparecen como música de fondo y completan el escenario de este viaje iniciático por la vida.
Desde que tuve a mi hija me cuesta horrores concentrarme en la lectura. Estoy tan cansada que me cuesta leer y se me hace pesado porque muchos párrafos los he de releer varias veces. En el caso de los “Silencios” de Karla Suárez la lectura ha fluido atrapándome desde la primera línea. La prosa ágil y directa de esta escritora cubana te engancha desde el primer momento, es casi adictiva.
Los personajes están trazados con asombrosa maestría. Apenas unos rasgos definitorios y su forma de actuar a lo largo de la trama nos dicen, claramente, quién es quién en esta novela. La casa grande, el universo de la protagonista, se compone de habitaciones cerradas, de microcosmos que, de tanto en tanto, interaccionan pero que permanecen aislados los unos de los otros. También eso, la sensación de aislamiento entre los habitantes de la casa y a su vez con la narradora, lo consigue de manera magistral esta escritora.
Al mismo tiempo la autora va trazando un revelador retrato de la sociedad cubana actual. La gente vive el día a día sin pensar en el mañana porque una gran nada lo puebla todo. Una nada asfixiante y despiadada que ya dio título a la novela de otra autora cubana, Zoé Valdés (La nada cotidiana). Música, ron, pequeñas chapuzas para subsistir… Y quien desea algo más que esa nada se ve obligado a partir.
Karla Suárez es ingeniera de profesión, tal vez eso es lo que hace que su prosa esté exenta de florituras y ornamentos innecesarios, que sea fresca y dinámica, cercana. Y concisa, pero también expresiva y sensual. Con ella la autora es capaz de relatarnos de manera natural y cercana el proceso de madurez de la protagonista, su evolución personal que la llevará a experimentar la amistad, el amor, el sexo, el dolor de la pérdida… las mentiras que esconden sus parientes más cercanos. Todo ello la irá forjando como persona al tiempo que la alejará de su propia familia y la hará encerrarse más en su propio mundo y sus propios silencios.

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