miércoles, 12 de mayo de 2010

LA ROSA DEL NILO de Rafael Potti

Rafael Potti

Ediciones Martínez Roca

1ª edición de enero de 2010

Género: Novela histórica

ISBN: 978 84 270 3588 1

350 páginas

Nos encontramos en la época de Amenofis IV, Ajenatón. En la Rosa el Nilo una de las escuelas más prestigiosas de la antigüedad, estudian la hija y el sobrino del faraón, Yuya, así como los hijos de los reyes de algunos reinos vecinos. La vida fluye en el Horizonte de Atón pero las reformas llevadas a cabo por Ajenatón cuenta con infinidad de detractores, principalmente el clero de Amón. Su sobrino Yuya, acabados los estudios se incorpora a la vida adulta como diplomático y tendrá que moverse en un mundo de traiciones, pactos e intrigas y vivirá tiempos convulsos en los que tendrá que renunciar a sus propios intereses por el bien de su país.

Escribir una novela sobre un periodo histórico y una figura que se ha estudiado tanto como son el final de la XVIII dinastía y el principio de la XIX, con nombres como el hereje Ajenatón-Amenofis IV, Nefertiti, Tutanjatón… tiene ventajas pero también bastantes inconvenientes. La principal ventaja es la gran cantidad de documentación al alcance del escritor. El reinado de Ajenatón es, sin duda, uno de los que más interés ha despertado y también uno de los que más literatura ha generado. Desde el Premio Nobel Naguib Mahfouz hasta nuestro Terenci Moix pasando por infinidad de ensayos históricos de historiadores tan prestigiosos como Nicholas Reeves. El principal inconveniente es el hecho de que el tema del que se habla es tan conocido que hay que ser muy preciso y cauteloso para no errar y también para hacer creíble la historia. En esta novela, además, el autor hace una apuesta arriesgada. Nos cuenta la historia de Ajenatón al lado de Moisés siguiendo en parte la teoría que apareció allá por el año 2000 en un insólito estudio de dos investigadores judíos, Roger y Messod Sabbah, en el que se hablaba del supuesto origen egipcio del pueblo hebreo. Para Rafael Potti el pueblo del Éxodo era en realidad egipcio; se trataba de los habitantes de la ciudad de Ajetatón y otros seguidores del monoteísmo de Atón, y Moisés fue un príncipe egipcio, la mano derecha del faraón.

Pese a conocer esta teoría, su origen y conclusiones, he de confesar que la aparición de Moisés desde el principio de la trama me resultó un poco extraña. Por otro lado el personaje de Ajenatón se nos presenta como si fuera un mesías, un hombre santo, pacífico, que quería el bien y profesaba el monoteísmo y una fe ciega a Atón. Todo ello está representado de tal manera que no parece que nos estén hablando de un faraón egipcio sino del primer profeta del cristianismo. Sí que es cierto que muchos han hablado de la herejía amarniense como del origen del cristianismo pero no son menos los que concluyen que Ajenatón abrazó el monoteísmo más por razones políticas que por otra cosa. Por otro lado en el libro la muerte de Nefertiti es anterior a la de su marido cuando en realidad sucedió al revés, es más, algunos estudiosos creen que en realidad el faraón Smenjkare no era otro que la reina. Al final, imagino que para no dejar de lado que la mayoría de especialistas en historia bíblica consideran que Ramsés II es el faraón del Éxodo, es un Ramsés el que persigue a los adoradores de Atón pero no el ya nombrado sino Ramsés I el fundador de la dinastía Ramésida, la XIX, abuelo del otro.

Al margen de todas estas cuestiones, que pueden llamar la atención a los que conozcan un poco el tema, la historia abarca un periodo de tiempo bastante convulso en el que desfilan ante los ojos del lector varios faraones que se suceden en el trono de la tierra de Kemet. Pero todo es tratado muy por encima, sin demasiada profundidad, cosa que también ocurre con los personajes. Eso ocurre también cuando nos expone la historia de la persecución y el éxodo de los seguidores de Atón. Incluso cuando se habla de las plagas bíblicas que vaticina Moisés se hace muy de pasada sin entrar en demasiados detalles y esos hechos tan importantes no tienen prácticamente ninguna relevancia en la narración.

La historia nos la cuenta Yuya en primera persona. Muchos de los hechos los conocemos a través de la meditación y las visiones que gracias a ella tiene el personaje. En algunas ocasiones el narrador sabe “demasiado”. Hay momentos en los que el lector cree que se trata de un narrador omnisciente pero, cuando cae en la cuenta de que se trata de uno de los protagonistas, se hace evidente que es imposible que conozca algunas cosas. Se aprecia un gran trabajo de documentación en cuanto al conocimiento de otros pueblos coetáneos del egipcio en esa época.

Todo ello da como resultado una historia que, personalmente, no me acaba de resultar verosímil. El ritmo de la narración es lento porque se centra principalmente en dar explicaciones sobre los pueblos que Yuya visita como embajador más que en la acción que podría ser mucha ya que, como ya he comentado, se trata de uno de los períodos más convulsos e interesantes de la historia del Imperio Nuevo. La gran profusión de nombres y la falta de un índice “Dramatis personae” hace que sea un poco difícil seguir la historia y que en no pocas ocasiones se haya de volver atrás y releer.

http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/P/p05426.ascx

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