viernes, 30 de enero de 2009

LA ESPUMA DE LOS DÍAS, Boris Vian


Hay libros que se leen en un momento equivocado y no se llegan a disfrutar. Otros, sin embargo, se aparcan con la certeza de que no es el momento de saborearlos y se retoman con el tiempo consiguiendo el disfrute y llegar a la última de sus páginas. Eso es lo que me ocurrió a mí con La espuma de los días. Llegó hasta mí en un momento de mi vida no demasiado apto para ningún tipo de lectura.
Confieso que lo compré por su título. Reconozco que de los libros, muchas veces, no leo ni las sinopsis ni las críticas ni las reseñas. Escojo mis lecturas por puro instinto, en ocasiones con el corazón y no suelo equivocarme. Así fue como éste se vino conmigo a casa. Ni siquiera sabía de su autor, un novelista, dramaturgo y músico influido por el movimiento Surrealista que llegó a ser "una de las figuras más libres y fascinantes de las primeras décadas de actividad artística del siglo pasado".
Surrealista es la palabra que mejor lo define. Subrayé una frase que para mí muestra de manera bastante gráfica ese surrealismo: "Empujó la puerta, ésta le devolvió brutalmente el empujón y entonces, sin insistir, entró por el escaparate". Es, sin duda, una historia que al principio parece absurda pero luego arrastra y engancha. La primera parte del libro rezuma frivolidad y despreocupación pero, poco a poco, la trama va tornándose dramática hasta llegar a causar un inquietante desasosiego. Un nenúfar tiene la culpa de todo.
Algunos lo han calificado como la pugna de "la pureza frente a un mundo hostil". De lectura fácil y amena es un clásico de la literatura que agradará a quienes buscan algo más que frases y tramas del todo previsibles y muy mascadas. Una experiencia diferente.

2 comentarios:

  1. Hola, te dejo aquí la reseña que hice para Anika sobre este libro hace mucho tiempo. Besitos. Josephb

    “La espuma de los días” no es una comedia sino más bien una surrealista e insólita tragedia, muy original y coherente. Todo sucede en un ámbito chocante, absurdo y naif, en donde se mezclan lo triste y lo alegre, lo festivo y lo agrio, lo musical y lo gastronómico. De este modo, Boris Vian se aleja del resto de escritores franceses comprometidos de la época, haciendo una literatura rompedora y tremendamente individualista, pero en ningún momento alejada de la realidad, ya que el autor nos describe en forma de sátira o de caricatura disparatada el ambiente intelectual y social de los jóvenes franceses de esa época.

    De igual modo, Vian expresa en “La espuma de los días” sus opiniones, sus fobias, sus gustos; todos los rasgos de su personalidad se encuentran perfectamente reflejados en el texto de esta novela.

    Pero este individualismo tan característico del autor no implica que, por ese motivo, haya escrito su novela de “cualquier manera”. Hay párrafos en los que cada frase es de una genialidad y un talento verdaderamente alucinante; diálogos que bien podían haber sido pronunciados por Groucho y Chico; situaciones, como cuando van a patinar o la boda de Chloè y Colin, llenas de ocurrencias divertidísimas, en las que los personajes que parecen improvisar sus gestos o sus acciones, toda su vida; sucesos trágicos no exentos de ternura ni de jocosidad.

    Boris Vian no intenta ser original: ES ORIGINAL.

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