jueves, 5 de marzo de 2009

MI LIBRO DE CABECERA

Descubrí las tiras de Mafalda cuando tenía 11 o 12 años. Los primeros cuadernillos que leí eran del hermano mediano de una amiga mía. Cuando él no estaba en casa, mi amiga y yo cogíamos sus libritos y también las cartas que le enviaba su novieta del momento. Entre una cosa y otra nos reíamos un montón.
Entonces era muy niña para entender el significado de muchas de aquellas tiras, pero el personaje de Mafalda ya se adueñó de mí. Su filosofía infantil, su ingenuidad tan clarividente, su insultante sinceridad ... Mi madre siempre dice que de pequeñaja yo era "tan repelente como Mafalda". ¡Qué sabrá ella! Luego me hice mayor. Hay quien dice que un trocito de ese personaje de cómic se me quedó dentro. Y yo encantada.
Hace tiempo alguien me regaló el Todo Mafalda por sorpresa y acabó convertido en mi libro de cabecera. Leo y releo sus aventuras, sus pensamientos... y siempre me divierten. La última vez que empecé a leerlo de nuevo fue cuando me quedé embarazada de Lluna. Al principio todo iba bien. El letargo en el que nos sumimos las embarazadas en cualquier sitio y a cualquier hora del día no me permitia leer una novela así que ésta era la lectura ideal... hasta que el abultado vientre y el incesante movimiento de aquel inquieto feto acabaron con mi lectura. El libro es tan grandote y pesa tanto que no había manera de hacer que Lluna se estuviera quieta cuando se lo apoyaba encima je je je.

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