Este año me ha tocado vivir el Sant Jordi, modestamente hablando, desde el otro lado. El poco tiempo y el estrés de ayer (véase en el blog de La Bruja de Clarà (http://labrujadeclara.blogspot.com/) la entrada Escritora con niña en Sant Jordi) me privó de centrarme en comprar un libro para mí o para el papá de Lluna. Él también, pobrecillo, vivió este día desde el otro lado. En su caso coordinando todo el despliegue técnico que supone el día de Sant Jordi para una emisora de radio de la envergadura de Onda Cero. Eso sí, no olvidó comprar una preciosa rosa para mí y otra para nuestra pequeña Lluna, su primera rosa de Sant Jordi que, por cierto, la entusiasmó (quería irse a dormir con ella).
Como queremos iniciar a nuestra hija en esta bonita tradición y hacerla disfrutar de ella, Lluna sí que tuvo su libro: Caillou i Gilbert. Creo que tenemos la gran suerte de que se esté criando entre libros y en nuestra mano está hacer que sepa apreciarlos. Ella sabe que su mamá tiene un libro y hasta le daba un poco de rabia cada vez que alguien se llevaba uno de la mesa del patronato de cultura.
Hoy o mañana, con más calma, Robert y yo iremos a la búsqueda del libro que ayer no pudimos comprar. En mi caso, si no es que encuentro alguno que desee mucho lo dejaré para el año que viene. Más que nada porque se me acumula el trabajo y tampoco voy a tener tiempo para leerlo. Mientras lea para Anika tendré buenos libros a diario (ya sé que soy una afortunada, soy consciente de ello). Ya os iré contando de mis lecturas y nuevos descubrimientos literarios.
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