Doctor
Sueño, Sthepen King
Plaza y Janés, Barcelona, 2013. 601 pp. 24,90
€
El
Resplandor (1977) es uno de los libros más
conocidos de Stephen King desde que debutara con Carrie (1973). Considerado como una de sus mejores obras, tanto por
la crítica como por los lectores, se trata de todo un clásico del género de
terror que ha quedado impreso en el imaginario colectivo gracias en gran parte
a la película del mismo título que
basándose en él dirigió Stanley
Kubrick en el año 1980. Muchos lectores estaban deseosos de saber qué había
sido de Danny y Wendy Torrance y de Dick Halloran, los sufridos supervivientes
del terrorífico hotel Overlook. Hasta el propio King confiesa que había seguido pensando en ellos. Tanto es así que
treinta y seis años después de El
Resplandor aparece Doctor Sueño,
la muy esperada secuela.
Hacer segundas partes suele ser
complicado porque siempre se tiende a la comparación más con una obra que casi
desde su publicación se convirtió en un referente del género. Sin embargo,
podemos decir que el autor supera el reto más que dignamente aunque no puede
superar al primer título. Los fans del escritor no se sentirán en absoluto
defraudados y quienes se acerquen por primera vez a él, disfrutarán sin
necesidad de haber leído El Resplandor,
aunque seguramente se quedarán con ganas de leerlo.
Doctor
Sueño arranca en el punto en el que acabó su
predecesora. A partir de ahí seguimos la evolución de Danny Torrance hasta
convertirse en Dan, un adulto preso de sus demonios que cae en la bebida como
parte de su herencia paterna y también para exorcizarlos. Mientras descubrimos
qué fue de él desde que salió del hotel maldito o conocemos el paradero de su
madre Wendy y el del cocinero del Overlook, el señor Halloran, empezamos a conocer
también a los miembros del Nudo Verdadero. Al principio sólo sabemos que se
trata de un grupo de gente que viaja en caravanas a través de todo el
territorio estadounidense. Pronto sabremos más sobre sus peculiaridades, su
forma de vida y sus apetitos. Y también iremos conociendo a la pequeña Abra
Stone. Si al principio estas tres historias parecen inconexas gracias a la
pericia narrativa de King iremos
siguiendo la trama y entrando en ella hasta quedar atrapados.
Siguiendo el modus operandi que relata en su obra Mientras escribo (On Writing: A
Memoir of the Craft), King planta la semilla de la historia y va
dejando que crezca. A medida que conocemos más a los miembros del Nudo
Verdadero vemos cómo Abra se hace mayor y vivimos de cerca los problemas de Dan
con el alcohol hasta que se establece en un pueblo, encuentra un empleo y
decide acudir a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. Surgen otros personajes
como Concetta, la abuela de Abra, sus padres, su médico de cabecera, Rose la
chistera... Incluso regresa Tony, el amigo imaginario de infancia de Dan o la
señora Massey, la ocupante de la habitación 217, que ya conocen los lectores de
El Resplandor.
Pero pese a estar a la altura este no es
ni mucho menos uno de los mejores libros del autor. No se esperen mucho miedo
sus incondicionales, suspense que va in
crecendo sí, pero el miedo moderado, concentrándose sobre todo al principio
y al final. King vuelve a utilizar
el tandem niño-adulto que ya usó en El
Resplandor, pero mientras que en este el adulto quería acabar con el niño
en su nueva obra forman equipo y el resultado no es el mismo, no funciona tan
bien. Tal vez porque Abra no tiene ni de lejos el carisma del pequeño Danny al
que aun recordamos paseando en su triciclo por los siniestros pasillos del Overlook.
También es cierto que el lector se queda con ganas de saber más sobre Wendy y
Halloran.
Pero con todo y con eso el libro
convence. La eterna lucha del bien contra el mal es un valor seguro si se sabe
manejar con la pericia que lo hace Stephen
King. El autor parece haberse moderado un poco si nos remitimos a sus
comienzos y a la dureza de sus tramas en los años 80 y 90. En este sentido
algunos críticos apuntan a ese fenómeno que suele aquejar a muchos escritores
en el otoño de sus vidas y que en el caso de King le hace buscar finales positivos en los que prevalece una
lectura esperanzadora. Su estilo ágil, directo y sencillo, el uso de recursos
propios de la narrativa policial, sus potentes personajes, que bien podrían ser
el vecino de al lado, o el hecho de que el tiempo de la novela coincida con el
del autor, son algunos de los ingredientes que hacen que sus libros funcionen
tan bien. Los dos últimos, además, redundan en la verosimilitud de sus
historias. Lector confeso de Lovecraft y
Poe, cuya influencia se deja ver de
tanto en tanto en su obra, King es
un verdadero maestro a la hora de ambientar los terrores más espantosos en las
situaciones más cotidianas.
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