Teo Palacios
Editorial Edhasa
1ª edición de enero de 2010
Género: Novela Histórica
ISBN: 978 84 350 6208 4
316 páginas
Mesenia y Esparta están en guerra. El rey Teopompo asiste al nacimiento de su primogénito Anaxándridas. El niño va creciendo con el telón de fondo de las batallas que libra su padre. Su ingreso en la agogé, el nacimiento de sus hermanos, sus triunfos y fracasos… El nacimiento de Esparta se desarrolla paralelo a la vida de sus reyes.
Teo Palacios acaba de publicar su primera novela y lo hace entrando en el mundillo literario por la puerta grande. Cuenta con el respaldo de la agencia literaria de Sandra Bruna de la que es representado y su obra ha sido editada por Edhasa. Todo ello es una excelentísima tarjeta de presentación pero también una gran responsabilidad porque quienes nos acercamos a su libro tenemos muchas expectativas creadas. Y hay que decir que Hijos de Heracles no decepciona, que es una buenísima primera novela (publicada que no escrita, ya que la primera aún permanece inédita). En ella Palacios nos conduce hábilmente a través de una historia plagada de nombres griegos impronunciables y un montón de hechos históricos que sin su buen saber hacer serían arduos de leer, al menos para los lectores que no somos demasiado asiduos del género histórico.
El libro narra la gran epopeya del pueblo de Esparta desde la muerte del rey Teleclo hasta la subida al trono de Arquidamo, hijo de Anaxándridas. Por un lado sabemos de las batallas y los cambios políticos que constituyen el marco histórico. Por otro, conocemos a la familia real a través del rey Teopompo, su mujer y sus hijos. Gran parte de la acción está narrada en tercera persona de una manera totalmente objetiva muy en la línea del historiador. Aunque también hay algunos capítulos narrados en primera persona que corresponden al testimonio de Arquidamo, hijo de Teopompo y hermano de Anaxándridas.
Esta es una novela muy dura en la que los propios hechos marcan la pauta que hace que el lector vibre y se estremezca. La crueldad de la sociedad espartana queda excelentemente reflejada en ella. Una de sus máximas de los espartanos venía a decir que si los enemigos eran crueles ellos tenían que serlo aún más para poder vencer. Esto puede dar una idea de cómo eran estos hombres que vivían pendientes de la disciplina y el honor como base de su vida. Sin embargo, y pese a que muchas de las escenas son de una crueldad extrema, Teo Palacios no se recrea en la víscera y la sangre, sino que relata los hechos desde su tribuna de narrador y deja que sean los propios personajes los que se retraten a través de su participación en ellos.
Intrigas palaciegas, batallas, amor… todo sazonado con un importante trabajo documental y basado en el rigor histórico. Como me dijo una vez la egiptóloga Teresa Bedman, “la historia es la más apasionante de las novelas, no hace falta inventar”. En cuanto a la documentación añadir también que el autor no hace alarde de lo mucho que sabe sino que se limita a vestir los hechos que narra, a mostrar el escenario en el que se desarrollan.
La prosa de Teo Palacios es elegante y fluida. Huye de florituras innecesarias, va al centro de la acción y no se entretiene en excesos ni en adornos superfluos. Con ella es capaz de hacernos sentir tanto el fragor de la batalla como la emoción de dos enamorados en su primera noche de amor y sexo.
Sólo una cosa. El protagonismo que adquiere Arquidamo, el hermano de Anaxándridas, que, como ya he comentado, es protagonista de algunos capítulos que narra él mismo, acaba difuminado tras la batalla de Hisias y no se vuelve a hacer mención de su nombre. Ese es el único fleco suelto que aprecio como lectora, ya que me queda la intriga de qué fue de él. Por todo lo demás, este es un libro excelente y un debut inmejorable para un escritor al que el mismísimo oráculo de Delfos vaticinaría un excelente futuro a juzgar por esta brillante Hijos de Heracles.
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ResponderEliminarDaniel D. Peaceman